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lunes, 14 de junio de 2010

TODO SIGUE IGUAL... TEYO RODRIGUEZ


TODO SIGUE IGUAL (12-6-2010)

Volver a ese claustro con olor a hábito y cocina,
ese largo pasillo de platillos voladores,
a la sala de estudio de sueños y coscorrones.
Al patio de los grifos con agua picantona,
los campos de futbol, la huerta, el cementerio,
la cola de la merienda, la lavandería y el cielo.
Pepillo a sus labores. Mateo y Molina corre que te corre.
Dormitorios, San Álvaro, Fátima, Santo Domingo y Santo Tomás. Cambiarnos de ropa debajo de la colcha o ponernos enfermos para alegrarnos la vista cuando pasara la rubia de la limpieza. Hasta organizamos un campeonato de boxeo, que nos costó una semana sin recreo. Os acordáis?
Ahora oigo los ecos de vuestras voces cuando salíamos de clase:
-“Ya está aquí manos frías”. (El peluquero).
-“Una bolsa pa Quino” (En el autobús), o… “a estudio con Fray Volumen”.
- “Premingo lahuerta ayer?” – “Qué”? - “Dos cero”
También oigo la música con la que nos despertaban: “Mi calle tiene un oscuro bar …” “A mi puerta llegó sonriendo un mendigo….”. O el canto de los pavos reales en el patio de los membrillos, que más de uno estuvo a punto de palmarla de un zapatazo.
Jugar al cinto o pasear. Explorar los subterráneos.
El P. Resti en francés. En matemáticas el P. Seco y para ataques de risa los del P. Manuel en clase de griego. Las excursiones andando a la Virgen de las Nieves. O era la Virgen del Monte?
Los olores, de las ensaimadas que nos comíamos en aquella pastelería. El puesto de pipas de Reyes en la plaza o ese olor a hueso quemado que todas las tardes se te metía en el estómago, compensado, eso sí, con el olor de las maíces y del botiquín que tan servicial llevaba nuestro compañero Santiago.
El estado del alma era muy importante, aunque el padre espiritual de muchos de nosotros no fuera ni Alvariñas, ni Fernando, ni Justo, ni Baldomero… sino Francisco, ese hombre mayor, lleno de arrugas y con manos grandes con el que hablábamos en los recreos mientras pelaba todas las patatas que se consumían en las dos castillas, y que tanto nos recordaba a algún miembro de nuestra familia ausente.
Somos los mismos de entonces. Puede que la envoltura haya cambiado, pero la esencia no. La prueba está que se nos humedecen los ojos al cerrarlos y revivir aquel tiempo como si hubiese sucedido ayer por la tarde.
Pero tranquilos. Mañana tampoco habrá cambiado nada. Seguiremos siendo los mismos, como fuimos, como somos, donde jugamos, donde lloramos, donde reímos. En definitiva… como vivimos.


  • Y lo de hoy…?


  • Lo de hoy no será más que un abrazo en el tiempo de aquellos recuerdos que siempre… siempre nos acompañarán.


MI CALLE

Vivo en un lugar
Donde no llega la luz
Niños se ven
Que van descalzos
Sin salud

Por la estrecha calle
Algún carro viene y va
Y cuando llueve
Nadie puede
Caminar

Mi Calle tiene un oscuro bar
Húmedas paredes
Pero sé que alguna vez
Cambiará mi suerte.

Doy mi dirección
Al que brindo
Mi amistad
Más al saberla
No me quieren
Visitar

Pero alguna vez
Siempre por casualidad
He visto amigos
Con mujeres
En el bar

Mi Calle tiene un oscuro bar
Húmedas paredes
Pero se que alguna vez
Cambiara mi suerte.
El mendigo
A mi puerta llegó sonriente un mendigo
tembloroso y feliz una mano extendió.
Dos monedas le di y con gesto tranquilo
preguntó ¿eres feliz? No lo soy, buen amigo.

¿Que te pasa Manuel, si eres joven y rico,
y una linda muchacha suspira contigo?
No lo puedo saber y me siento aturdido.
Pues despierta Manuel, vamos, vente conmigo.

Será la luna compañera de tus sueños,
serás muy rico con los sueños más pequeños.
No sé, no sé, no sé que hacer...

Seremos libres como flores en el campo,
saber que nadie tu fracaso está esperando.
Será mejor, mejor me iré.

He aprendido a rezar y a buscar los quejidos
de la vieja guitarra que vive conmigo.
He aprendido a soñar y temblar aterido
en las noches tan largas del invierno frío.
Y en las noches sin luz cuando quema el rocío
una estrella que pasa me llama... mendigo.
(1969)

2 comentarios:

  1. Voy a discrepar sólo del título que dío nuestro compañero y amigo Eleuterio ("Teyo")a este magnífico diagrama de toda una época. Con breves pinceladas cargadas de tintes de humor nos ha enmarcado unas vivencias, no propias, si no vividas, sentidas y compartidas por todos. Todos hemos "olido, palpado, saboreado, oido y visto" ese cuadro que nos muestra, pero NO TODO ESTABA IGUAL. Las "circunstancias", que el P.Ramón nos decía al hablarnos de Ortega, nos lo han transformado. El espacio está, pero como piezas de un juego de arquitectura, las cosas ya no son como eran.
    Ya desapareció aquella porteria que había nada más cruzar la reja de entrada a la derecha, donde Benito, aquel servicial recadero que iba y venía cada día a Almagro (no nos considerábamos dentro del pueblo, siempre usábamos el término "voy a Almagro")con su bolso-cesto donde iban y venían nuestras cartas, y alguna que otra cosa de "contrabando".
    Desapareció la carpintería que estaba junto a ella.
    La sala de visitas, con aquellos tresillos y mesas que parecían haber salido de la desamortización de palacios, donde los más agraciados por la proximidad recibíamos a nuestros familiares y sobre todo "sus cajas", ahora ha cambiado de aspecto y tamaño aunque también recibe las visitas de aquellos turistas que han de pasar por taquilla si desean ver el claustro, la iglesia y la biblioteca, esa que nosotros nunca vimos.
    Nuestro teatro, que al menos se hacía servir un par de veces al año, ha visto como su escenario, sus bambalinas, su foso y toda su tramoya, ha dejado paso a una sala de conferencias y exposiciones. Ya no se oirán las voces de "Tio" Polly llamando a Tom Sawyer y a su amigo Huck.
    La sala de estudio, coronada por el escudo dominico y su larga mesa presidencial bajo un arco, ha dejado paso a una recepción y a un comedor de Hospedería. Allí ya no se oye el chirriar de la puerta que daba a la sala de Tv y de juegos, ni el tableteo de los asientos de los pupitres, ni se percibe la atmósfera a libros.
    Ya no existen nuestros dormitorios, ni los grifos de esa agua picantona que dice Teyo pero que tan gustosamente bebíamos cuando volvíamos de jugar los "eternos" partidos de futbol, ni están nuestras aulas, ni aquel oratorio al final del pasillo siempre con su luz tenue y aquel Cristo que nos miraba y nos interrogaba en el silencio.
    Falta aquella campana que nos anunciaba y marcaba los quehaceres de cada día, la entrada y salida de clases, el final del tiempo de juegos, el momento de ir al refectorio, etc.
    Faltaban muchas cosas que aún permanecen intactas en nuestras retinas a pesar de los años.
    Para mi no todo seguía igual, incluso nosotros, siendo las mismas personas, ya no somos los mismos, la vida aún respeta nuestros perfiles pero ha ido dejando que su cincel nos vaya marcando diferencias, pero ha permitido, eso sí, en que TODO SIGA IGUAL en cuanto a los lazos de compañerismo y amistad que allí se fraguó, es más, ahora es cuando hemos apreciado el valor de los sentimientos pese al tiempo trascurrido. Esto no lo corrompe, ni lo destruye, el tiempo.

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  2. Pues eso, ANGEL ... ¡QUEDEMONOS CON ESE FINAL!, con lo que acabamos de recuperar despues de 36/37 años, yo aún sigo pensando que aquellos años fueron los mejores de mi vida ¿porque tenía 13-18 años? o ¿por lo que me rodeó?... me quedaba en Semana Santa sin ir a casa ¡VOLUNTARIAMENTE! y efectivamente, ahora estamos poniendo en valor todo aquello y LO MEJOR, solo escucho anecdotas, risas... aunque falten algunas cosas, y ALGUNAS PERSONAS ¡HA MERECIDO LA PENA!

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